La creciente presencia de la inteligencia artificial agentiva está impulsando el desarrollo de esta tecnología de maneras que la inteligencia artificial tradicional no logra alcanzar. A pesar de su amplio alcance, existen pequeñas áreas en las que la IA agentiva se destaca por su alta autonomía, lo que plantea nuevos desafíos en cuanto a su gestión dentro del régimen regulatorio de la IA, tanto en el Reino Unido como en otros lugares.
Expertos del sector están divididos en cuanto a cómo abordar estos desafíos regulatorios. Algunos proponen la creación de legislación específica para esta rama de la IA, mientras que otros creen que el marco regulatorio existente puede ser suficiente. Esta discusión es crucial, dado que la gobernanza de la IA ya está bastante consolidada a nivel internacional. Según la OCDE, hay 668 iniciativas de gobernanza de IA en 69 países, territorios y la Unión Europea. En el Reino Unido, hay 18 marcos interconectados que regulan el desarrollo y uso de la IA, evidenciando la intención del gobierno de adoptar un enfoque más flexible que otras jurisdicciones.
La regulación de esta IA, que puede operar de manera casi independiente, conocida como «Human Out Of The Loop» (HOOTL), es un desafío significativo para los responsables políticos. Comprender cómo la IA contribuye a las funciones empresariales es clave para una regulación efectiva. Desde que ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022, muchas empresas han considerado su uso para ahorrar costos, con proyecciones que indican que la IA generativa podría añadir más de 20 billones de dólares al PIB global y ahorrar 300 mil millones de horas laborales anualmente. No obstante, se anticipa que un 30% de los proyectos de IA generativa podrían abandonarse antes de 2025 por problemas de calidad de datos y gestión de riesgos.
El futuro de la IA agentiva en el panorama tecnológico es incierto. Policymakers y líderes empresariales deben evaluar si los riesgos están adecuadamente cubiertos por las regulaciones actuales, lo que requiere un análisis exhaustivo de su gobernanza interna y regulatoria. En el Reino Unido, esta forma de IA ya ha sido destacada en varios informes clave, subrayando su importancia regulatoria.
En este contexto, la reciente aprobación de la Ley de Datos (Uso y Acceso) 2025 ofrece cambios en el procesamiento de datos, aunque genera preocupaciones sobre su flexibilidad y posibles aumentos en reclamaciones civiles. Es improbable que surja regulación específica para la IA agentiva a corto plazo. Sin embargo, el departamento de Ciencia, Innovación y Tecnología ha publicado un Código de Práctica sobre la Ciberseguridad de la IA, para guiar a las empresas en la supervisión de agentes cada vez más autónomos.
La adopción de la IA agentiva y su autonomía creciente complican el cumplimiento normativo existente, especialmente en lo que respecta a los derechos de los ciudadanos sobre su información personal. Las decisiones autónomas de estos sistemas podrían pasar inadvertidas e imprevisibles, creando posibles vacíos en las evaluaciones de impacto sobre la protección de datos.
Finalmente, el futuro de la regulación de la IA agentiva presenta un reto sustancial. A medida que se evalúe su impacto en diferentes sectores, las medidas de cumplimiento actuales se someterán a escrutinio para determinar cómo esta IA se ajustará a la legislación del Reino Unido y qué cambios, de ser necesarios, podrían implementarse en el futuro.