Aunque ahora mismo no se esté hablando de ella demasiado, la adicción a Internet es una de las tantas enfermedades que han aparecido como consecuencia directa de este avance tecnológico tan excepcional y que ha cambiado la vida de tantas personas. Sin embargo, un reciente estudio hace hincapié en esta ocasión en cómo los niños españoles se encuentran siendo vulnerables a esta situación, y qué podemos hacer los adultos para ayudarlos.
España, el país europeo con registro
En efecto, de acuerdo a una investigación de Kelisto.com, podemos encontrarnos a estas alturas con que “más de 857.0002 menores de entre 4 y 16 años se hallan” en posición de terminar siendo afectados por la adicción a Internet, lo que significa que el caso se repite en un porcentaje mayor a uno de cada cinco niños de los que viven en España, lo que como decíamos además significa el número más grande en todo el territorio europeo.
Esta situación, que provoca enseguida comienza a padecerse algunos signos realmente claros que afectan de forma inmediata al quehacer y el comportamiento de los más chicos, suele traducirse en situaciones entre las que podemos mencionar por ejemplo el aislamiento de las relaciones sociales, y un alejamiento de las situaciones en las que deban exponerse emocional o físicamente, sin dejar de mencionar la falta de deseo de aseo personal.
Algunos de los elementos que debemos tener en cuenta para tomar nota de que nuestro hijo puede ser en cierto modo adicto a Internet tienen que ver con que utilice las redes sociales más de dos horas en total en el día, o el ordenador más de 18 horas a la semana. Incluso, si se encierran en sus dormitorios la situación es peor, así que conviene tener la PC en la sala.
El móvil, otro motivo de preocupación
Y más allá de lo que es el caso específico de los ordenadores, hay que destacar que aunque no le den uso al que tienen en casa, si se pasan el día pendientes del móvil, la situación también puede estar relacionada a una patología de adicción a Internet. Por eso, conviene establecer horarios en el día en los que estén al tanto de las novedades en las redes sociales, y otros en los que prioricen el contacto humano con la familia, como por ejemplo en las comidas o salidas.